miércoles, 21 de abril de 2010


DIÓCESIS DE SINCELEJO

CARTA DEL OBISPO DE SINCELEJO A TODOS LOS CATÓLICOS DE SUCRE Y A LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD


Sincelejo, 5 de Abril de 2010

Queridos hermanos:

Al regresar a casa, el Jueves Santo, después del ratito de Getsemaní en el Monumento, pensé mucho en ustedes y sentí la necesidad de escribirles una carta de corazón a corazón. Aquí va. No es obligatorio compartirla. Sólo los invito a leerla. A discutirla con otros. ¡Y a tomar posición!

1 El mundo en que vivimos.

Los cristianos vivimos en un mundo contemporáneo, esperanzador, que proclama la paz, el respeto, la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales.

¡Y nosotros quisiéramos que el Estado también promoviera la defensa de los derechos del hombre: la vida, la familia, la sociedad de las naciones…! Por eso escogimos la democracia.

Pero una cierta cultura que se proclama pos-moderna, acosa a la familia tradicional y sus valores, a la libertad de conciencia. No niega la religión: simplemente la ignora y la desconoce al diseñar el modelo social.

Muchos Estados encarnan esa ideología diferente a la nuestra. Para imponerla, proclaman una educación oficial única y producen leyes invasivas de los derechos fundamentales; hacen la guerra y matan en nombre de la vida; también matan la palabra y el diálogo en nombre de la supuesta verdad única de la cultura laica que respetamos pero de la que discrepamos. Todo ello pareciera asumir formas de una nueva religión cuyo sumo sacerdote es el Estado mismo.

De no estar “despiertos” el resultado sería una sociedad en la que los ciudadanos seríamos como clones del Estado.

¿Lo logrará el Estado? No, si la Iglesia y todos los credos religiosos defienden su espiritualidad y fortalecen su unidad. No, si las familias asumen su responsabilidad de ser formadoras de la persona humana y promotoras de los derechos humanos. No, si los educadores cumplen a cabalidad su misión.

2 Preguntas por la Fe y la Esperanza

No es una lucha contra el Estado. Ni una búsqueda de poder. Es la invitación a discutir una antropología que cuente con el espíritu del hombre. Y a reconocer la libertad de cada persona, de las sociedades de base e intermedias.

Preguntémonos: ¿los cristianos de hoy estamos dormidos como en Getsemaní o despiertos? ¿Leemos los signos de los tiempos? ¿Comprendemos lo deshumanizante del modelo económico neoliberal y la fuerza des-institucionalizadora de la para-política? ¿A qué le tenemos más miedo: a la libertad o a la seguridad impuesta; a la verdad o a la mentira? ¿A que nos maten el cuerpo o a que nos maten el alma?

Somos cristianos pluridimensionales: ¿O sólo del cielo o sólo de la tierra? ¿Gracias a nuestra vivencia de fe el mundo conoce de la fuerza liberadora y humanizante de Dios?

3 Reflexiones

El país necesita de ciudadanos lúcidos y comprometidos. Y de cristianos despiertos y con vocación profética.

La vocación profética es urgente; pero es muy exigente en santidad, hay que discernir la Palabra proclamada, de la subjetividad; hay que distinguir la denuncia profética, del resentimiento personal.

Condiciones básicas son la contemplación y la sabiduría que proviene del discernimiento y confrontación entre las opiniones personales y la Palabra y entre las opiniones personales y el Magisterio de la Iglesia.

Además, para discernir bien, necesitamos compañía y guía espiritual. ¡No la de otro ciego, porque caeremos juntos al abismo! Sino la de hombres realmente espirituales y proféticos. ¡Que el Señor nos de muchos más!

4 El contexto de la pascua

La Pascua nos garantiza que es posible rescatar lo humano rescatando a Dios. Y es posible rescatar a Dios rescatando al hombre. Son inseparables.

Cristo en la cruz pasó por la muerte y se convirtió en vida. Esa es la tarea, pero sobretodo la posibilidad, hasta que Él vuelva.

El sistema es aplastante. Encubre su real intención. Crea una ideología y se apodera de los medios de comunicación. Así, el sistema no parece malo. Por el contrario, aparece como el mesías. Qué difícil se hace, entonces, tener libertad para comprender y para discernir una realidad tan ambigua. Es nuestro desafío.

El sistema es como una caja negra. Pero quedamos nosotros y muchos que también quieren ser auténticamente humanos, que somos como rendijas que dejan pasar la luz. La vida siempre es, simultáneamente, pasión, muerte y pascua. Nunca sólo muerte o sólo el triunfo de la resurrección. Pero el resultado final no es ambiguo; sólo lo es el proceso. El hombre saldrá más humano, más cristiano decimos los creyentes, de cada etapa de su historia. También de ésta.

¿Qué es un cristiano de hoy?

Somos personas acosadas, presionadas por el sistema y por los fuertes, asustadas por nuestra debilidad; decidimos con sinceridad pero tenemos miedo de habernos equivocado. Así ha sido siempre, aunque pareciera que integrar amor y solidaridad, era más fácil en el pasado. No estaba el peso del Estado contra nosotros.

¿Qué es un cristiano de hoy? Quizá un poco de todo: un héroe parcialmente derrotado; un hombre de esperanza, parcialmente desencantado. Somos cristianos integrales aunque tendemos un poco ser cristianos a la carta que seleccionamos también del amplio menú que nos ofrece el mundo contemporáneo.

Pero queremos el bien y la justicia, buscamos la verdad, creemos en la libertad y nos sentimos una sola humanidad. Todo porque tenemos un solo Señor.

¿Qué esperamos? Lo sabremos si nos preguntamos qué estamos dispuestos a dar; ¡por qué estamos dispuestos a luchar! Tenemos mucho por hacer.

¡Felices Pascuas de Resurrección!

+ NEL H. BELTRÁN SANTAMARÍA

Obispo de Sincelejo


1 comentario:

  1. Necesitamos cristianos comprometidos de verdad con Cristo, aunque en realidad esto suena redundante, pues ¿Acaso se le puede llamar cristiano a alguien que no se compromete con el reino?

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